Don
Juancho hizo de la cata de exóticos licores y rones, un arte, en pos de mejores
resultados. Famosa fue su reserva de estas bebidas, conocidas en los círculos
de amigos, como "Las Reservas del Embajador", aludiendo en tal
nombre, a la condición de bonhomía y clase de su dueño. Jamaica, que en un
tiempo fue referencia obligada para fabricantes y consumidores de ron, muy
pronto quedaría atrás.
De
igual manera, las islas antillanas le entregarían, sin saberlo, resonancias de
sus secretos, en las técnicas de los destilados y el envejecimiento de los
rones. El trapiche, en su manera tradicional de triturar la caña para
extraerlas, era para Nieto Meléndez su herramienta y compañero.
Observaba su lento andar a la manera de quien
avizora nuevos caminos para transitar, imaginando los nuevos sabores que los
jugos aportarían al ron. Mucho tiempo después, serían sus sabias y secretas
combinaciones de ingredientes, barricas de madera y las mieles, las que
brindarían la fortaleza y complejidad que Don Juancho Nieto Meléndez buscaba.
El resultado no deja dudas: un ron
"único", mezcla de carácter y cuerpo con la sutileza de los aromas,
expresión de la búsqueda y desvelos de quien lo llamaría y daría a conocer en
el mundo como su Ron Diplomático. Su travesía por la vida demostraría que el
tesón puede convertirse en sabor, color y aroma exclusivo, digno de ocupar las
mejores mesas del mundo.
Su muerte a mediados del siglo pasado, no
significó la desaparición de su legado.
Éste
ha sido perfeccionado, siendo el Diplomático Reserva Exclusiva, elaborado en su
honor, una de las mejores y más delicadas maneras de hacerle honor a su memoria
y de representar a un país, Venezuela.
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